MITOS Y LEYENDAS DE TURMERO
El hombre ratón
Muchos acostumbran darle ese apodo a ciertas personas cuando actúan indebidamente, pero en
el caso que les contaré es tan real que no da espacio para las comparaciones,
tiene su ingrediente del imaginario popular
como siempre ocurre en Turmero, pero aclaro; por no ser tan antigua su data
como han sido otros relatos de esta
sección, cambié algunos nombres y sitios del pueblo para no dejar pistas que
expongan al bochorno a sus protagonistas.
1980, víspera de cambios en el país, Turmero arrastra
todavía viejas costumbres y también “mañas” que por poco se transforman en
hábitos, en corrillos rinconeros del pueblo se habla mucho de política, ---
quien lo diría --- con los mismos
elementos y las mismas situaciones de diez o 20 años atrás, parece que los
cambios que comienzan a vivirse no escogieron nuestro territorio aunque sea
para el chisme o “difundirlos”,
persisten los resabios en la gente; afianzada en tradiciones a punto de
esfumarse, las tardes de toros coleados en tiempos de fiesta ya no son como
antes, -- las principales críticas de aquel momento -- “la manga
es de hierro con bases de concreto porque al presidente del Concejo
Municipal se le ocurrió mandar a construirla fija”, que en vez de “fiestas patronales”
ahora son ferias y en consecuencia, convirtieron los festejos en “negocios”,
comisiones van y comisiones vienen, “antes ocurría pero eran más discretos”,
Juana la cubana ya no sirve para hacer chistes de la esposa de una autoridad de
hace años, ahora es una canción como otras, Turmero, su plaza ya no sirve para
los paseos dominicales con la música del “Negro Macías”, esa plaza no es otra
cosa, además de la gente que en ella se pierde, la tribuna de las infamias
descalificaciones y chismes, donde ninguna mujer se atrevía a pasar sola sin
que le faltaran el respeto los vagos de oficio.
Para los naturales y quienes se quedaron a vivir en Turmero,
saben que desde los tiempos de “lengua de oro”,
“muda candelaria” incluida, eran modelos severamente imitados en sus
momentos, pues las matrices de opinión a decir de muchos, era que “la voz de la
plaza era la voz del pueblo”, pero eso pasó a ser un deshecho social, por eso
hablar del “hombre ratón”, mescló la suposición convirtiéndola en hecho y no
dejó espacio para el cuento de costumbre.
Julio y agosto, dos meses lluviosos que hacían estremecer la
conciencia y buscar en la fe cristiana el cobijo para librarse de los males que
la gente misma provocaba, ya hacía varios años que Pedro Amador remedaba en una
esquina cercana al Concejo Municipal lo del “hombre ratón”, la mayoría se
burlaba porque a excepción de él nadie hablaba esas cosas, (al final veremos
por qué), tan solo un viejo y hábil
chichero con fama de echarle una gotitas de “agua de angelitos” para que el
muchachero de la Revenga le hiciera colas, era el único que por los lados de la
“falconera” de manera discreta, sostenía que conoció también al “hombre ratón”,
pero veamos que era eso del hombre ratón en la boca de Pedro Amador.
Como sucedía siempre, en los meses de julio y agosto llovía
más de lo que la gente esperaba, y en medio de las tempestades nocturnas a
veces aparecía un hombre de mediana estatura con cuerpo de ratón, su enorme cola se arrastraba en el barro de
las calles del pueblo, dejando un surco que a la mañana siguiente era el
testimonio de su existencia y también la
alarma para los más creídos en asuntos de fantasmas. ¿Su origen? A excepción de
Pedro y el chichero nadie quiso explicar, ni que era eso; ni por que aparecía
en algunas noches de estos meses, pero según Pedro logró averiguar, que fue por
un castigo a petición de una madre a su
hijo, cuando descubrió que le había robado todo el dinero de sus ahorros y sus
pocas joyas que con tanto esfuerzo había
adquirido a lo largo de su vida. Ella, llena de rabia no midió la fuerza de sus
palabras hacia el infractor, olvidando que hay horas en las que los ángeles
dicen amén, y lo dicho se cumple como mandato divino para bien o para mal.
“Robas como los ratones y solo le pido a Dios que haga
justicia y cada vez que pienses en robar a alguien sientas que primero robaste
a tu madre como un ratón”
Palabras de la madre, que se transformaron en un decreto en
la interioridad de su hijo; tanto o más que la energía del propio miedo al
castigo por el pecado cometido y más de eso, fue la justicia invisible pero
real que rige a los seres humanos, -- vino así el castigo -- cual espada
desenvainada para tallar los hechos y dentro de ellos los corazones y el cuerpo
de uno de sus protagonistas.
Siempre Pedro en voz alta se hacía una doble pregunta: ¿Cómo
ocurrió y cuánto duraría ese castigo? Por eso es que siendo él un joven lleno
de valentía y de buenos sentimientos, quiso aportar algo a favor, buscándole solución
y fue en una noche que aguardó hasta que se encontró con aquel ser de aspecto
mitológico al que los demás le huían después de persignarse, lo increpó diciéndole: “¿cómo te llamas y por
qué sales de noche?”, tal parece que por tener parte de su cara convertida en
ratón no podía hablar y mostró dos afilados colmillos que a Pedro lo asustó de tal
manera que se alejó a toda carrera.
Por la mañana recuperada la calma y el valor hizo
seguimiento a la huella que tan extraño ser dejaba detrás de sí y llegó a una
casita por los lados de Payita, donde una solitaria anciana que apenas si veía
pudo recibirlo, entre lágrimas ella contó de que se trataba y estaba
arrepentida, su hijo convertido en un mutante permanecía encerrado en un cuarto
y solo se atrevía a salir de noche, -- ella a sabiendas del miedo que infligía
a los demás, le exigía que no se alejara de la casa,--detrás de sus diarias oraciones
hacía la constante súplica, abrigando la esperanza que en la medida que se
arrepintiera el hijo y ella de su primera petición a Dios, su
cuerpo regresaría a la normalidad, pero eso no ocurría, ya tenían varios meses
en eso.
Enterado del asunto, Pedro
se atrevió contarle al cura del pueblo lo que parecía un cuento de misterio y
el comprensivo sacerdote aceptó visitarlos.
A partir de esos momentos en los que el cura se tomó el
asunto bajo su responsabilidad, porque así lo manifestó varias veces, el
sosiego y la paz distraída por las
apariciones nocturnas de aquel ser tan extraño, se hicieron costumbre nuevamente en Turmero, nadie lo
volvió a ver y el cura no habló más de eso.
Pasó poco tiempo en que el sacerdote falleciera llevándose a la tumba el secreto de si
resolvió o no el asunto,-- sostuvo Pedro – “posiblemente no, todavía en algunas noches se le ha visto
al hombre ratón cuando llueve, se le ve con la luz de los relámpagos y su andar
es lento y sigiloso, solo que ahora no deja huellas como antes”. Pedro que a Dios gracias está vivo todavía,
asegura que nunca supo que ocurrió en la casa de la anciana desde el momento en
que llegó el cura, pero cierto es que pasó a ser un misterio más de este pueblo.
Recordó que el chichero, quien dijo ser hermano de la anciana y único testigo
de su relato, también dejó de existir hace mucho tiempo. Los que fueron
estudiantes de la Revenga en aquellos años y que alarmaban al pueblo adulto por
estar haciendo colas para comprar chicha, recuerdan a este ambulante “hombre de
negocios” con el apodo de “torito” y sus chichas con agua de angelito.
Más del hombre ratón, aun cuando otros no tan privilegiados dicen
haberlo visto ocasionalmente en alguna noche merodeando en la plaza, se “guardan
en el silencio sus opiniones”, seguramente para evitar encontrárselo una de estas
noches tan oscuras por los apagones que ahora ocurren en Turmero.
FIN ONEROM JULIO 2014
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